Un error apostar al pasado

No debe importar por quién votó cada persona, lo importante es qué cuestiona de la administración en turno, qué valora y cuáles son las cosas que promueve como necesarias o no. Hace varios años, antes de que AMLO ganara las elecciones, una de sus promesas de campaña era construir una refinería en México. En ese momento, parecía algo factible, económicamente redituable y nadie cuestionaba su impacto ambiental. Hoy, la mayoría de los países con mejor desarrollo económico no apuestan al petróleo, sino a energías sustentables; en meses recientes se ha visto que el precio de los hidrocarburos va a la baja y también hoy para la sociedad es importante que el desarrollo económico tome también en cuenta al medio ambiente. En ese sentido, la refinería de Dos Bocas es una apuesta al pasado, no al presente ni futuro de México.

Por otra parte, en días recientes un tema que permanece en la opinión pública (aunque no con tanta notoriedad como otros igual de importantes: racismo, pandemia o violencia) es el recorte que se hará del 75% al presupuesto operativo de la Comisión Nacional de Áreas Protegidas (CONANP). Dicha institución está encargada de la preservación de 26 millones de hectáreas naturales en el país. Con dicha decisión, se vulnera gravemente las áreas naturales protegidas de los mexicanos, por tanto, también los seres vivos que en ellas habitan, así como los trabajos y actividades que la CONANP desarrolla con diferentes comunidades. Estoy de acuerdo en la austeridad necesaria frente a la crisis económica que se viene tras la pandemia, pero no en por ello castigar a la gente que se dedica a proteger el medio ambiente y hacer un retroceso de lo que muchos jóvenes pensamos: que la apuesta está en las economías sustentables y no en refinerías que dañan al planeta. Desde luego, no se trata de tomar una acción de tajo y abandonar el petróleo, pero la apuesta del gobierno, con estas decisiones, parece una que era oportuna hace una década, no ahora.

Finalmente, otra acción de la administración actual que tiene toda la pinta de un retroceso es el Tren Maya. Proyecto al que los pueblos originarios de Yucatán se oponen, el cual destruirá la biósfera y zonas arqueológicas aún inexploradas en la zona y que como parte de un programa neoliberal convertirá a los pobladores locales en subordinados de empresas extranjeras. En días recientes se declaró que ya no va con energía eléctrica, sino con diésel. Quien apuesta al pasado no mira ni escucha el presente.

Publicado en Revista Mujeres Shaíque (julio, 2020).

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